Subscribe:

About

A TOPE

martes, 13 de mayo de 2014

101 RONDA 2014, UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE


Pues si, finalmente conseguí acabar el reto de los 101. Una idéa que me rondó la cabeza un año atrás y que tras ver muchos videos a traves de youtube y diferentes crónicas por internet me engancharon de tal manera que me propuse hacer esta carrera, que para muchos es la reina de las carreras y una de las ultras de referencia del panorama internacional. Y todo comenzó con la I carrera popular de mi localidad, Estepona. Aquí comenzó mi envenenamiento a las carreras populares y luego a las de trail. Antes si, había corrido, pero simplemente como afición y sin llegar a competir nunca, porque nunca había estado dentro de este mundo del running como lo estoy ahora, donde ya empiezo a conocer términos, fechas, entrenamientos, y un sinfín de extras que antes nunca se habían pasado por mi cabeza. Y tengo que decir que recomiendo encarecidamente a todos aquellos que aman el deporte que prueben alguna vez esto de correr, y si pueden participar en alguna carrera popular, puede que luego se sientan obligados a repetir. No quiero decir nada de las carreras de montaña, donde el virus te puede dejar enganchado de por vida. Además de conocer gente, haces muy buenos amigos y compruebas que no hay un deporte tan solidario como este. Espectacular.

Pero voy a centrarme en lo que ha sido mi primera ULTRA, la XVII edición de los 101 km de Ronda. Tras conseguir plaza, un hecho que ya supone una primera victoria, puesto que las mismas duran minutos, pero muy pocos minutos y el acceso a la web se hace muy complicado (tengo que agradecer en este punto a mi compi de curro Sandra que lo intento junto a mi en un día de curro), finalmente la obtuve. Ya estaba dentro. Ya estaba nervioso por lo que se me venía encima. Había ya leído y escuchado mucho, que si había que entrenar mucho, tiradas largas que te quitaban mucho tiempo (en este punto lo sufre la familia), cuidar la alimentación,... en definitiva, que había que prepararse a conciencia para semejante reto.
El periodo de entrenamiento ha sido tan bonito como la misma carrera. He conocido unos compañeros magníficos con los que aparte de los entrenamientos he tenido el placer de correr muchos kilómetros en Ronda y sentir el ambiente tan especial de ese día. Jornadas como la del capitán donde acudí con Juanjo, Alonso y Loren, para hacer parte del recorrido de la carrera del Gran valle del Genal, siempre estarán ahí. O rutas como la de Genalguacil también con Juanjo, Alonso y esta vez Ángel, conociendo la que puede ser próxima carrera de montaña de este pueblo, tampoco se olvidarán. Pero dejando atrás los entranamientos llegaba el día clave, el 10 de Mayo, día de comienzo de la prueba, y en mi caso, no iba a ser el día de finalización de la misma, eso queda para los poderosos.
Mis compañeros se habían desplazado todos el viernes hasta Ronda; yo decidí hacerlo el sábado, pasar un día más en familia y partir el mismo día del cohetazo de salida, total, sólo es una hora de camino y escuchando buena música ni te enteras, eso si, no pude ver el ambiente que se respira el día anterior.
Una vez llegado a Ronda, aparco sin problemas y voy en busca de Ángel e Igna que me esperan en una cafetería para desayunar. Igna corría en duatlon y hay que reconocer que es un bicho, aparte de muy buena gente. Ángel estaba acabando de desayunar y también esta ya impaciente por empezar. Llenamos el estómago y rumbo al estadio. Pero antes llega Juanjo, también preparado junto a Fernando, un amigo que hizo en la carrera del Valle del Genal. Todos partimos juntos hacia el estadio y allí compartimos las dos horas previa a la salida. Una vez allí también nos encontramos con Loren, el esteponero que faltaba para completar el grupo. ¡Qué equipazo!. También llegó Juan, otro crack que está a otro nivel. Y sin esperarlo apareció Rafi, un recién incorporado al grupo que iba a terminar la carrera junto a Ángel. Vaya par de galgos están hechos.
Calor, ya empezaba a notarse que el Lorenzo iba a ser el protagonista durante las horas en las que le dejaran hacer de las suyas. Tocaba hidratarse y mucho. Vamos hacia el arco de entrada a pista prontito, para colocarnos entre los primeros. Queríamos quitarnos de los atascos del comienzo y salir de Ronda a un ritmo vivo.
Salida. Espectacular. Las gradas a tope de familiares e imagino que lugareños atraídos por el ambiente que se respira en un acontecimiento de tal magnitud. Juanjo, Loren, Fernando, Alex (otro compi que conocía a Fernando y se nos unió) y yo salimos todos juntos y con la intención de hacer muchos kilómetros acompañados. Pasar por Ronda con el ambiente que allí se vivía fue algo increíble. Todo abarrotado de gente animando y mostrando su admiración por esos valientes que aun tenían pendiente recorrer 101 km para coronarse como cientouneros. Los pelos de los brazos como escarpias. Era imposible no correr ante tal paisaje. Algo que es muy difícil describir con palabras y que quizás hay que vivirlo o estar allí para saber lo que se siente en esos momentos.
Al abandonar Ronda mi primera paradita. No podía más. Me estaba orinando desde hacía un buen rato, así que paro y los compis se me van. Uff, kilómetro 2 y ya estoy solo. Paciencia, llegaría el momento en el que ellos también tuvieran que parar para beber o hacer alguna necesidad vital, así que seguí a mi ritmo confiado en alcanzarlos tarde o temprano. Y así fue, al 1.5 km más o menos veo a Juanjo a unos 50 metros. Tenía fichada su gorra. Y de repente por detrás llega Loren. Me sorprendo, de donde sale este? Por lo visto habían parado en el primer avituallamiento, y en cambio yo no lo había hecho, con lo que como antes había calculado, acerté. Pues nada, a correr. Ya íbamos de nuevo en grupo, y nos quedaban muchos kilómetros en compañía.
Es muy difícil acordarme de todo puesto que estás mentalizado en todo lo que tienes que hacer en carrera para llegar a meta, que en este día ese era precisamente el objetivo. Fernando, ya experto en esto, es el que toma las riendas del grupo y el que marca las pautas del mismo. Cuando trotar, cuando andar, nos recuerda que bebamos aunque no tengamos sed, hace un poco de capitán, y los demás la verdad es que nos adaptamos muy bien a esto. Quizás la hora clave de la carrera llega en el tramo comprendido entre las 15:00 h y las 16:30 h. En este intervalo de tiempo estamos subiendo una cuesta hizo mucho daño a todos los corredores. Mucho calor, se dice que incluso se superaron los 40 grados. Esto quieras o no se deja notar hasta en los más potentes. Subimos la cuesta (creo que es de los cochinos) y te encuentras gente en los laterales sentadas con mareos, vómitos o deshidratada. Los golpes de calor son abundantes. Un hombre ya mayor con el que coincidí durante un par de kilómetros al final me dijo que había disputado con esta 5 ediciones, y que nunca había escuchado tantas ambulancias. A mi realmente el calor aun no me ha afectado. Voy bien, e incluso subo a un muy buen ritmo. Loren va junto a mi, y casi sin quererlo nos hemos dejado atrás a Juanjo y Fernando, quien está regulando bastante para administrar fuerzas. Nosotros, al encontrarnos bien decidimos mantener ese ritmo hasta el avituallamiento y allí si acaso esperarlos. Tras este duro tramo llegamos y comemos y bebemos lo que podemos. Loren aprovecha para cambiarse de camiseta. Estos no llegan, pero a lo lejos veo correr, y digo correr un punto blanco con gorra, es Juanjo. Qué tío! con la subidita que acaba de hacer y el sprint que trae. Por lo visto se había quedado sin sales y quería que le diéramos algo. Problema, nosotros llevamos en cápsulas, las cuales el no quiere. Nos comenta que Fernando va regular. Cuando este llega no se encuentra nada bien. Algo le ha sentado mal y no consigue comer. Ante esto Loren y yo que estamos bastante bien decidimos continuar y esperar y desear que nos alcancen cuando Fernando se recupere. Con Loren voy cómodo aunque el está un punto mejor que yo y se que de un momento a otro tendrá que marcharse por su cuenta. Trotamos de vez en cuando para que las piernas no se acostumbren sólo a caminar. Vamos bien. Juntos llegamos a Alcalá del Valle, donde hay un avituallamiento y me miro como llevo los pies, los cuales empiezan a darme guerra. Salimos juntos de Alcalá del Valle, pero tras un par de kilómetros le digo a Loren que se vaya, que va bien, y yo prefiero bajar un poco para evitar una posible pájara. Ante esto el tira un poco y quedamos en Setenil, que es el próximo avituallamiento. Él tenía mochila, y yo no. Le digo que mientras espera cola yo llegaría y según me encuentre pues así hacemos. Voy bien, a buen ritmo aunque ya más tranquilo que antes. Llego a Setenil y allí está Loren, ya ha recogido la mochila e incluso ha comido. Le digo que siga. Yo voy a parar a mirarme los pies, arreglármelos como pueda y ya tiraré. Además imagino que incluso Juanjo puede estar cerca, y al haber bajado yo el ritmo me va a coger, así que voy a ir recuperando para luego poder aguantar junto a él. Unos veinte minutos en Setenil, donde siento que me da el primer bajoncillo, no me entra el sandwich y decido ponerme en marcha despacito, hasta volver a tener buenas sensaciones. Lo cierto es que las pastillas de chocolate que nos dieron me sentaron de lujo, puesto que fui recuperando muy bien. Al salir del avituallamiento ya nos colocan la lucecita en el brazo. Miro el móvil y veo que Juanjo está llegando a Setenil. Me alegra porque seguro que va bien y me podrá pillar. Por lo visto Fernando ha decidido quedarse y que Juanjo tirase.
El objetivo es el cuartel. La trampa como había leído por muchos foros, donde si te relajas en exceso puede ser tu final. Presumo un camino largo, pero no estoy agobiado ni mucho menos. Llevo todo el día muy contento. Me estoy divirtiendo, y los típicos comentarios que se oyen de "que hago yo aquí", "esto para que", no pasan por mi cabeza. Estoy muy seguro de mi y de mis posibilidades, aparte de lo dicho antes, me lo estaba pasando en grande, a pesar de las ampollas que ya me estaban preocupando. En este camino hasta el cuartel coincido con Fran, un chaval de Málaga que también era su primera vez, y según él su última participación. Ambos hablamos y comentamos que ya sólo andar hasta el cuartel. El cuerpo ahora mismo no da para más. La noche la iba a hacer acompañado. Al poco se nos incorpora Pedro, un militar de Cartagena que había venido a participar en equipo y ya sólo quedaba él. No tenía frontal y nos pide acompañarnos. Sin problemas, juntos el camino se hará mas ameno y te olvidarás un poco de los dolores. Los pies siguen a los suyo, creando ampollas. ¿Qué dolor! Aunque vamos a un ritmo muy bueno como le comento a mis nuevos compañeros de aventura. Nadie nos pasa y somos nosotros los que estamos adelantando corredores, que en muchas ocasiones ya parecen zombis. Y es que siguen habiendo corredores cojeando, algunos con mareos, el esfuerzo del día se hace notar. Los tres alcanzamos al fin el cuartel. ¡Qué ganas de llegar! Y lo mejor para mi era que llegaba con hambre. Tenía ganas de echarle algo a un cuerpo ya castigado. Me surtí de todo. Caldito, arroz tres delicias, hamburguesa con patatas y el yoghurt de postre. Muy rico todo. Aquí fue donde pude contemplar lo que me habían comentado. Estando cenando junto a mis dos compañeros pudimos ver como de repente, otro corredor de otra mesa se desmayaba sin motivo aparente. Estaba cenando y de pronto cayó desvanecido. Esto daba que pensar. Así que a cenar con algo más de celeridad para evitar sorpresas. Mientras Fran terminaba su cena Pedro y yo fuimos por nuestras mochilas. Mi sorpresa vino cuando al quitarme los calcetines vi que pies no estaban nada bien. Quedaban 25 km más o menos quizás no lo iban a soportar, así que decidí ir a que me atendieran los podólogos. Me despedí de mis compañeros y les deseé suerte, no quería que me esperaran puesto que seguro que habría cola hasta que fuera atendido. Se fueron. Me planté en la cola y no avanzaba. Empezaba a desesperarme. No quería estar más tiempo en el cuartel, mis ganas por avanzar y acabar la carrera eran muy grandes. Tras 20 minutos esperando mi turno, no puedo más. Decido marcharme y jugármela a cara o cruz. Vuelvo a abrir la bolsa con la mochila, salgo a la calle y saco todo aquello que me pueda hacer falta para sobrevivir estos últimos kilómetros. Me limpio los pies, cambio de calcetines y cojo las Zoot para el final. Ya me había dicho Jose que muchas veces era psicológico el hecho de cambiarse de zapatillas, pero sin saber si es así o no, yo lo hice y me vino muy bien. Son más blandas y más flexibles. Creo que me ayudaron en la situación en la que me encontraba. Una vez listo, a devorar más kilómetros. Pero justo cuando me iba aparece Juanjo. Estaba ya cambiado y todo. Había cenado y listo para salir. El tiempo que yo había invertido entre dudas, cena y cola de podólogo habían hecho que Juanjo llegara. Parecía que iba a terminar con él, pero.... me dice que lo ha llamado Fernando, que está en el cuartel y se va a curar los pies y va a ir al fisio. Al final va a buscarlo para terminarla sea como sea. Yo ante esto decido marchar, no se tampoco como van a responder los pies y si me toca una gran caminata en solitario, es posible que me den alcance puesto que veo a Juanjo muy fresco. Así las cosas salgo rumbo a Ronda.
Aquí llego a un punto al que aun no encuentro explicación. Salgo muy fresco. Parece que no llevo 76 km en las piernas. Puedo correr. Parece que acaba de empezar esto de los 101. No se si el caldito tenía una vitamina especial o si el descanso en el cuartel me había repuesto totalmente. Lo cierto es que corría con un muy buen ritmo, lo que mis pies iban a agradecer puesto que recortaría tiempo para llegar a meta. Empecé a pasar muchos corredores. Todos iban andando. Las fuerzas en este punto están muy justas, pero mis piernas estaban frescas, con ganas. Así que seguí corriendo mientras había llano o descenso suave, nunca en cuestas arriba ni grandes bajadas. Y no sentía cansancio alguno. Era increible. Creo que pude hacer al menos 6-7 km muy buenos, a un ritmo muy destacado. Aproveché esta situación y corrí y avancé en este estado mientras pude. Cuando llegaron las cuestas y demás complicaciones me eché a andar, eso si, a buen ritmo.
Ya lo tenía hecho, sólo temía que mi lesión de la pierna izquierda me diera problemas o que las ampollas dijeran hasta aquí hemos llegado. La cabeza podía más que el dolor, y eso me hacía más fuerte. Tramo final con senderos, bajada por el pais del barro ahora sin barro pero con dificultades por lo malo del terreno, tener bastante pendiente y no tener muchas ganas de ir frenando en la bajada. Seguía hacia delante. Iba bien. Si se podía terminar. Quedando 5 km se puso a mi lado un hombre de Granada, residente en Motril. Con él iba a llegar hasta el comienzo de la cuesta del cachondeo, que aunque la pintan mal, ya es lo de menos, sabes que estás en Ronda, y ya te da igual si te ponen esta cuesta o no, al menos a mi, que la subí muy cómodo. Este hombre era la cuarta vez que la hacía, y me comentó que le gustaba más el recorrido anterior, era más bonito según su opinión, y que con este lo que se había pretendido era endurecer la prueba. En la cuesta del cachondeo lo dejé atrás y empecé a pasar a corredores. A mi también me pasaron un par de chavales de Vejer. Fin de la cuesta.
Entro en Ronda y al avanzar unos 500 metros me encuentro a Ángel que venía en mi búsqueda. Qué máquina. Quería acompañarme en el tramo final a meta. El hacía ya tres horas que había llegado y aun le quedaban fuerzas para correr. Me animó sin cesar y me llevó en volandas hasta la meta a la carrera, entrando a lo grande, dando todo lo que quedaba dentro de mi. Un final emocionante con mi gran compañero. Ya en la entrada de la Alameda parada. Había que descalzarse. Se lo había prometido a mi madre cuando estuvo malilla. Si se recuperaba yo hacía los 101 y como plus entraba descalzo en meta. Esta última promesa me la podía haber guardado, puesto que los pies estaban de esa manera. Me descalzo y avanzó hasta la linea de meta. Ya sin correr. había que saborear estos últimos metros y dar un respiro a unos pies que descalzo sufrían aun más. Allí estaba Jaime para inmortalizar este momento mágico. Qué grande! Aguantó todo el día en Ronda viendo la carrera y luego nos trajo a su hermano Ángel y a mi de regreso a Estepona.
Una carrera especial, muy especial y muy difícil de olvidar. Muchos momentos que se te quedan guardados en mente, situaciones que no vas a vivir en otras carreras y la alegría de saber que todos tus compañeros de fatigas han terminado o lo van a hacer igual de felices y contentos y sin ningún problema físico. Estamos hechos unos titanes. Ahora toca descansar y guardar el ladrillo como oro en paño.
"No todos los días se hacen 101 km"
Gracias a todos los que han confiado en mi, a mis compañeros, a todos los que de una manera u otra se han acordado que un día como el 10 de Mayo iba a estar en la salida de la carrera de las carreras y que con sus mensajes de ánimo y felicitación hacen de este momento algo aun más importante. Gracias a todos.
"A seguir devorando kilómetros, somos vinagre......"

2 comentarios:

angel dijo...

Gran articulo,Eres grande en todos los aspectos.

Unknown dijo...

Ahí queda eso hermano. Para la posteridad. Ya la he leído al menos tres veces para recordar lo grande que fue el día.

Publicar un comentario