- Inclinar la cadera hacia delante. Hay que evitar la tentación de inclinarse hacia atrás cuando bajamos y concentrarse en mantener todo el cuerpo perpendicular al suelo. Cuánto más rápido vayamos, más habrá que adelantar el centro de gravedad.
- Usar los brazos para mantener el equilibrio. Al contrario que cuando vamos subiendo o en llano, al subir cuestas no es necesario que mantengamos el movimiento de braceo normal, si no que puede resultar más útil agitar los brazos según lo necesitemos para mantener el equilibrio si vamos a mucha velocidad y nos ayudarán si necesitamos hacer cambios de dirección.
- Fortalecer el “core”. Los músculos abdominales, glúteos y espalda son elementos fundamentales para mantenerse fuertes, estables y ayudarán a mejorar en las bajadas si los ejercitas.
- Mínimo tiempo de contacto con el suelo. Cuando bajamos es conveniente mantener los pies el mínimo tiempo posible en contacto con el suelo, dando zancadas rápidas y pensando en las siguientes.
- La forma de aterrizar el pie. Si consideramos que el pie tiene tres puntos de apoyo, lo ideal es que al bajar lo apoyemos de forma nivelada. Si se apoya demasiado de talón, las tibias sufrirán tratando de frenar el avance y podrán provocar calambres en las piernas. Si por contrario se aterriza demasiado con la parte delantera, serán los gemelos y soleos los que tendrán más trabajo y a su vez, habrá una mayor presión en las rodillas.
- Principiantes: bajar de lado. Si todavía no tienes demasiada soltura por la montaña, puedes empezar bajando con los pies de lado y a medida que vayas ganando confianza ir corrigiendo la posición.
Aquí un vídeo del número uno, Killian.
Fuente: Información recopilada de PALABRA DE RUNNER.
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